PALABRAS DE VIDA: Sólo podemos engrandecernos, desde el servicio a los demás.

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05/11/2023: XXXI Domingo del Tiempo Ordinario.
Sólo podemos engrandecernos, desde el servicio a los demás.
Citas:
1ª lectura: Malaquías 1,14b-2,2b.8-10.
Salmo: 130 Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
2ª lectura: 1ª Tesalonicenses 2,7b-9.13.
Evangelio: Mateo 23,1-12.
Comentario: Observando el comportamiento de muchos de nuestros dirigentes vemos que hay un abismo entre lo que predican y lo que practican, entre lo que pretenden de los demás y lo que se exigen a sí mismos. Se erigen como defensores de los pueblos, de la justicia, de la verdad y de la paz y luego sus actuaciones están al margen de todo ello creando unilateralmente intereses, conflictos y guerras que perjudican al mundo entero y sobre todo a quienes los apoyan; los suyos. Defensores del orden pero con una vida desordenada; revolucionarios incapaces de plantearse una transformación de su existencia ni de socializar mínimamente su propia vida. Nuestra sociedad necesita dirigentes que con su conducta impulsen de verdad una transformación social, maestros de vida con una existencia convincente para el bien de todos los demás.
No hay duda que los profetas, en nombre de Dios, siempre han tenido palabras contra estos dirigentes hipócritas y su religión de muerte; porque podemos caer en ese tipo de religiones contrarias a la vida y debemos saber elegir.
A Dios hay que verlo como al único Creador y dador de vida y su palabra como de revelación en favor siempre de nuestro bien y de nuestra existencia. Dios nos habla de manera personal a cada uno desde nuestra conciencia, y a lo largo de nuestra historia por medio de signos y a través de aquellas personas buenas en los que ha puesto su imagen. Cuando los dirigentes, legisladores, teólogos, catequistas… no la manipulan, la palabra de Dios es eficaz, transmite fe, vida y esperanza y nos llega a la conciencia de cada uno para vivirla. La Iglesia, en su esencia, no debe fundamentarse en una estructura jurídica de cumplimiento de leyes humanas ya que es conducida por el Espíritu: de Dios Padre y de su hijo Jesucristo, lo que no quita el importante papel que su magisterio tiene como servicio a este proyecto espiritual. Pero todos los cristianos, en razón de nuestra libertad personal estamos llamados desde la fe a contribuir a la edificación del Pueblo de Dios, como comunidad de salvación del mundo entero, según los dones y carismas recibidos del Espíritu Santo y no sólo los sacerdotes y religiosos.
La enseñanza de normas y leyes sin límites y la ausencia de compromiso personal es la manera de guardar las apariencias y expresar la hipocresía de una religión de muerte.
A través de Jesucristo, Dios nos sigue llamando como a hijos suyos para integrarnos en su proyecto de amor, misericordia y entrega y así, transformarnos, dándonos a conocer su deseo de comunicarnos su gracia, su perdón y su vida gloriosa, invitándonos a vivir desde el servicio y desde la satisfacción de sentirnos necesarios para los demás. Nos quiere humildes y sencillos, encontrando caminos para llevar a cabo su Evangelio comprometidos con los demás, remando hacia nuevas orillas con la confianza puesta en Jesús Nazareno. Dios es quien exalta, su acción consiste en poner a cada uno en su realidad personal, en su rango adecuado. No es bueno vivir desde el exceso en la autoestima despreciando a los demás. La garantía de una vida mejor siempre pasa por el servicio mutuo.
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