PALABRAS DE VIDA: Distinguir la presencia de Dios en medio de nuestras oscuridades.

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13/08/2023: XIX Domingo del tiempo ordinario.
Distinguir la presencia de Dios en medio de nuestras oscuridades.
Citas:
1ª lectura: Reyes 19,9a.11-13a.
Salmo: 84 Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
2ª lectura: Romanos 9,1-5.
Evangelio: Mateo 14,22-33.
Comentario: Ante lo misterioso, lo sobrenatural, lo inesperado, las catástrofes naturales… nuestra primera reacción es el miedo, que luego hemos de superar para seguir existiendo y viviendo en nuestra normalidad de personas y así poder hacer frente a lo acontecido atendiendo a las necesidades de los demás según nuestras posibilidades.
La invitación de Dios al buen ánimo y a superar nuestras incertidumbres y miedos desde la confianza en él, forma parte de los relatos reveladores tanto del antiguo como del nuevo testamento.
Dios siempre pasa por la vida de las personas, de los pueblos, de las naciones; pero no lo hace a través de los desastres provocados por las fuerzas naturales: erupciones volcánicas, terremotos, tornados, huracanes, tormentas… Ni por los provocados por nuestros conflictos y guerras. Allí no está Dios ni la mano de Dios y hemos de aprender que no siempre podemos luchar contra la Naturaleza ni contra todos esos elementos cósmicos y leyes que la conforman, pero sí contra nuestros conflictos y egoísmos.
Entonces ¿Dónde está Dios? Es bueno aprender, como Elías, que a Dios lo podemos encontrar en el silencio, en lo sutil e imprescindible de la brisa de nuestra alma humana y del corazón de las personas que nos reconocemos necesitados de consuelo en nuestras noches oscuras; de miedos, de dolor, de enfermedad. En el corazón de cuantos sufren por los demás a causa de los egoísmos y las injusticias provocadas por aquellos que se consideran poderosos. Dios está en la realidad de la vida y en la verdad humana.
Los cristianos hemos conocido al Dios de la salvación por medio de Jesús de Nazaret y su entrega al mundo por amor. Dios no salva de otra manera sino mediante el amor, porque nos ama infinitamente. Necesitamos, desde nuestro silencio interior y desde el soplo de su Espíritu que es nuestra vida, escuchar sus palabras y que esas palabras alcancen el corazón de todos para que también actuemos en nuestra historia, sin miedos, desde la fe en Dios y en nuestro modelo de persona; Jesucristo, y desde la esperanza en la vida nueva que él nos trae, en la gloria de nuestra resurrección, y desde ese Dios, aprender a respetar y amar a los demás para que nuestra vida sea una entrega para el bien de todos.
El evangelio nos ofrece así una respuesta ante los acontecimientos históricos funestos; las guerras, los conflictos, las pandemias… Y frente a lo inesperado de las catástrofes naturales. Respuesta que ha de llegar desde la confianza en esa palabra de Dios hecha hombre; Jesucristo, a través de sus discípulos, y por la toma de conciencia personal de toda la humanidad.
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