PALABRAS DE VIDA: Jesucristo tenía que resucitar y vencer al mal y a la muerte.

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Domingo de Resurrección.
Jesucristo tenía que resucitar y vencer al mal y a la muerte.
Citas:
1ª lectura: Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43.
Salmo: 117 Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
2ª lectura: Colosenses 3,1-4.
Evangelio: Juan 20,1-9.
Comentario: Para las personas buenas y de gran corazón que se identifican con las miserias y los padecimientos de los demás, si además son cristianas, el dolor, el mal y la muerte ni deben ni pueden tener la última palabra; por eso, a pesar de esas realidades aquí, en esta vida, han de tener la perseverancia y la actitud de amortiguarlas en la medida de lo posible con la ayuda de Dios y combatirlas con todas sus fuerzas sin perder la esperanza de vencerlas algún día.
Hemos de saber pasar del mundo de aquí al mundo en Dios; de la muerte de aquí a la vida de arriba; y es desde el Espíritu de Dios manifestado en Jesucristo como podemos realizar ese cambio en nosotros. Un Espíritu que nos da luz, clarividencia y conocimiento para ver y entender la realidad, sabiduría y toma de conciencia para mejorar la vida de los que nos rodean y así conseguir para todos la liberación del dolor, del mal y de la muerte. Es Jesucristo a través de los sacramentos por él instituidos y sobre todo por el bautismo cristiano quien nos hace partícipes de ese Espíritu y nos introduce ya en esa nueva vida de arriba, la vida en Dios. Y es su resurrección la que está operante en nosotros.
Nuestra fe en la Resurrección a esa otra vida nueva y eterna debe adelantarnos a realizarla ya aquí, en nuestra vida histórica. En medio de la miserias de este mundo debemos de entender que existimos también para la vida en Dios y no sólo para la vida mundana de egoísmos y apetencias siempre insatisfechas que terminan en odio, dolor, guerras y muerte. Nuestro futuro no está en consumirnos en la debilidad de nuestra historia y de lo que nos ata a este mundo. Nuestra esperanza apunta hacia ese misterio de la vida de Dios quien únicamente puede hacernos eternos.
La fe en Dios, en su palabra, en el evangelio y en la resurrección de Jesús Nazareno, nos propone una calidad de vida que no tiene nada que ver con otras propuestas de tipo social o económico, debe de tratarse de algo que nos lleve más allá de toda nuestra miseria y muerte absurda, por encima de las oscuras manipulaciones de los que ostentan el poder y la riqueza, una llamada a vivir, desde la fraternidad y el amor para siempre en Dios, para él y con él y por tanto para los demás. Creer en la Resurrección es creer en el Dios de la vida y en nosotros mismos; en nuestra capacidad de ir transformando la vida aquí para mejor, sin engañarnos y reconociendo que la verdadera realización del ser humano no se puede llevar a cabo plenamente aquí y que es Dios quien, por Jesucristo, transforma nuestra muerte en nueva vida. Eso cambia el sentido de nuestros esfuerzos, pesares, trabajos y sufrimientos por un mundo más justo y humano y una vida más dichosa para todos, y nos hace vivir pensando en los que sufren, acercarnos y echar una mano a los más desvalidos e indefensos, caminando y siguiendo los pasos de Jesús Nazareno.
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