PALABRAS DE VIDA: Jesucristo es el Señor, para salvación nuestra y gloria de Dios Padre

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10/04/2022: Domingo de Ramos.
Jesucristo es el Señor, para salvación nuestra y gloria de Dios Padre.
Citas:
1ª lectura: Isaías 50,4-7.
Salmo: 21 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
2ª lectura: Filipenses 2,6-11.
Evangelio: Pasión de Ntro. Señor Jesucristo según San Lucas 22,14-23,56.
Comentario: La última coacción del mal y de los malvados, después de ir sembrando la mentira, la discordia, la confrontación, la injusticia, la guerra… se produce por nuestro miedo a la muerte, mediante el cual nos acaban imponiendo sus ideologías y sus privilegios, haciéndonos creer que con esa destrucción y esa muerte termina la desaparición total de la persona sin que nadie se acuerde más de ella.
Pero, como dice el Profeta Isaías, Dios, al crearnos, nos ha dado una lengua de discípulos para decir a los abatidos palabras de aliento y consuelo. Nos espabila el oído cada mañana para que como discípulos escuchemos sus consejos y los pongamos en práctica en favor de la vida de los demás y, como buenos profetas, no debemos echarnos atrás ante el mal, sino que hemos de ofrecernos en defensa del bien de todos, contra los que golpean, ultrajan, crucifican… sabiendo que ante Dios no quedaremos defraudados.
La Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo vienen a poner de manifiesto cómo actúa el poder de Dios, frente a como manifiestan su poder los seres humanos que pretenden ser importantes y poderosos. Son esos mismos humanos los que desearían poder deshacerse de Jesús Nazareno por la provocación que para ellos supone ser descubierta su mentira, su hipocresía… con ese mensaje y ejemplo de Jesús; sobre la gratuidad de todo lo que Dios nos da en esta vida, sobre su amor, su perdón, su misericordia infinitos…
No es fácil entender, ni siquiera por los apóstoles, que según Dios, únicamente en nuestra entrega y servicio a los demás, en saber compartir los bienes que Él nos proporciona y da a través de la Naturaleza, en saber poner a disposición de los demás nuestros dones y talentos sin considerarnos los mejores, está nuestra verdadera grandeza, y no en el cumplimiento de las tradiciones ni de las leyes creadas por nosotros los humanos. Nos cuesta comprender que, al final, todos sin excepción acabamos en su presencia, terminamos en sus manos, y que nuestra esperanza debe de ser esa liberación del mal y de la muerte que Él mismo nos propone.
Nos cuesta entender que la victoria de Dios sobre el mal y la muerte está en la Resurrección de Jesucristo, en su Espíritu derramado sobre nosotros, en esa resurrección que a través de Jesucristo podemos alcanzar cada uno de sus fieles seguidores; y es que no comprendemos que la vida no termina en el ser humano, en su vida y en su muerte; continua en Dios y en la gloria y el poder de Dios sobre el mal y sobre la muerte que el propio ser humano acarrea.
Este proyecto esperanzador no es fácilmente comprensible para los que se tienen por sabios, grandes, poderosos… sino por los que se consideran sencillos, humildes, y que desde siempre han estado sufriendo la iniquidad, la injusticia, la esclavitud, el castigo de los otros… y han sabido entender el bien y la misericordia que vienen de Dios en esas palabras pronunciadas por Jesús Nazareno de: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” porque al mal sólo se le puede vencer a través del bien.

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