PALABRAS DE VIDA: Identificar las tentaciones y aprender a superarlas.

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06/03/2022: Primer Domingo de Cuaresma. Día y colecta de Hispanoamérica.
Identificar las tentaciones y aprender a superarlas.
Citas:
1ª lectura: Deuteronomio 26,4-10.
Salmo: 90 Quédate conmigo, Señor, en la tribulación.
2ª lectura: Romanos 10,8-13.
Evangelio: Lucas 4,1-13.
Comentario: A lo largo de nuestra existencia podemos apreciar la lucha entre dos realidades diferentes: el bien y el mal. En el desierto de nuestra vida, cuando interiorizamos y nos encontramos con nosotros mismos desde nuestra soledad, podemos escuchar desde nuestros adentros la voz de Dios, bien supremo, que nos llama a hacer todo el bien posible; pero también nos podemos sentir atraídos por otras fuerzas que nos alejan de él.
Todas las tentaciones tienen como objetivo irnos apartando de ese bien supremo; Dios, y elegir desde nuestros egoísmos y apetencias aquello que puede acabar en problemas para nosotros mismos o para los demás.
Revisar el pasado histórico de la humanidad nos pone; ante la maldad humana por un lado y por otro ante la acción liberadora y misericordiosa de Dios en favor del hombre a través de la entrega y el sacrificio humano, garantía para que sigamos trabajando en el presente esforzándonos por conseguir un mundo y una vida mejor para todos.
Nuestras tentaciones, como las de Jesús, son propuestas falsas de entender y vivir lo que debiera de ser nuestra verdadera misión, reduciéndolo todo a satisfacer nuestros deseos y egoísmos más allá de nuestras propias necesidades y en detrimento de los demás, provocando: competencia, rivalidad, injusticias, enfrentamientos y guerras entre nosotros. Pero los anhelos del ser humano no se apagan únicamente con la satisfacción de sus necesidades materiales; precisamente para liberarnos de las miserias, del hambre, del dolor, de la muerte… hemos de despertar en nosotros el hambre espiritual de justicia, de misericordia, de paz, de amor.
El mundo no se humaniza con la fuerza del poder y el armamento y, ni todo el poder del mundo, ni toda la gloria, ni todas las riquezas… nos pueden evitar todos esos momentos de infelicidad en los que las personas nos podemos encontrar cuando sentimos: el fracaso, el dolor, la enfermedad, la muerte…
Hemos de empezar por aceptar nuestra situación, reconociendo nuestras limitaciones y fragilidades y vivir todo ello asentando nuestras esperanzas sobre bases más firmes: la gratitud, la entrega, el sacrificio, la ayuda mutua, el perdón, la misericordia, el amor… Jesucristo nos habla de la poda necesaria para dar buen fruto.
Hay que poner la mirada en el hombre modelo que es Jesús Nazareno, idéntico a nosotros en todo, menos en el pecado, y aprender a ser personas libres como él y fieles a Dios Padre y al Espíritu Santo. Son esas tres personas de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, las que garantizan nuestra verdadera conciencia, nuestra libertad, nuestra realización personal y nuestra felicidad.
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