PALABRAS DE VIDA: “Haced lo que él nos diga”

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Palabras de vida 16 01 2022 II Domingo del tiempo ordinario
“Haced lo que él nos diga”
1ª lectura: Isaías 62,1-5
Salmo: 95: Contad las maravillas del Señor a todas las naciones
2ª lectura: Corintios 12,4-11
Evangelio Juan 2,1-11
Comentario: En nuestra sociedad cada vez se va debilitando más la existencia del amor desinteresado, quedando éste reducido a un intercambio mutuo placentero y útil de búsqueda de intereses.
Se ha ido perdiendo el término “fraternidad” y se ha sustituido por el de solidaridad y podríamos preguntarnos ¿Somos capaces de comprometernos con este último término si no nos reconocemos como hermanos ante Dios? ¿Es suficiente reducir la convivencia a una correlación de derechos y deberes que en muchos casos ni se cumplen?
Hoy en día vemos cómo las personas son fácilmente utilizadas al servicio de intereses de todo tipo, siendo necesario reaccionar de forma rigurosa ante esto si consideramos que todo ser humano tiene unos derechos inviolables. En este sentido muchas ideologías vienen experimentando una crisis profunda motivada por la figura de Jesucristo que escapa a nuestro egoísmo y trasciende, al invitarnos a vivir una vida más dichosa y esperanzada, unidos en el amor como hijos de Dios y hermanos entre nosotros.
Existe una estrecha relación entre la presencia de Dios y la justicia, la paz, la felicidad, el amor… y donde estos valores no se dan es evidente que esa presencia de Dios no ha sido descubierta aún por las personas. Dios se hace presente allí donde las personas se percatan de la necesidad de estos valores.
Una boda hay que entenderla como esa victoria del amor, la justicia, la felicidad y la paz y no se puede entender que en ella falte el vino de la alegría y la comunicación. Una comunidad, aun sintiéndose religiosa, donde el amor verdadero esté ausente, es como una boda sin vino. Jesucristo es como ese vino nuevo que anima el Espíritu de una nueva humanidad. Nadie ha expresado mejor que Él las necesidades, esperanzas, inquietudes, interrogantes… del ser humano.
El espíritu del cristiano es como ese vino nuevo de la vida que nos concede a cada uno un papel, unos carismas para el servicio, en beneficio de todos: unidad en la diversidad, sin que nadie se imponga sobre los demás en razón de otros roles que resultan extraños y donde se busca el egoísta prestigio personal por encima del bien común.
Los dones y carismas, si no se saben poner al servicio de la comunidad, ni provienen del Espíritu de Dios ni sirven a Dios ni al ser humano, por eso para evangelizar no bastan sólo las palabras sino que es necesario también pasar a la acción y realizar los mismos signos y la misma entrega que Jesucristo a los demás.
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