Cuando llega el invierno de la vida
las flores nunca dejan de ser flores,
las obras continúan siendo amores
y nada es diferente a lo que había.
Los pálidos colores de la tarde
alumbran el perfil de la existencia
y con la madurez de la experiencia
auguran muchos años agradables.
Una etapa de índole tranquila
que se mira en espejos de ternura
y antes que condenarte te asegura
magníficos momentos todavía.
Es hora de gozar de la familia
y disfrutar del ocio y la cultura,
del placer que te brinda la lectura
para aislarte de fobias y de filias.
Es tiempo de descanso sosegado
olvidando la vida ajetreada;
la salud bien merece ser cuidada
para alargar el trámite obligado.
De Alberto Vilches
——————————————