El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja está conmocionado por una nueva muerte de un trabajador humanitario, en este caso una fisioterapeuta española del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) que fue disparada por un paciente en Afganistán.
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El voluntariado y el personal técnico de Cruz Roja Española han dedicado un minuto de silencio, al mediodía de hoy, ante las sedes de la Institución en toda España -entre ellas la de Córdoba y algunas otras de las asambleas que la entidad tiene en la provincia-, para expresar sus condolencias a la familia de la víctima, y para recordar una vez más que la misión humanitaria ha de ser protegida.
Lorena Enebral Perez, ciudadana española de 38 años de edad, se encontraba en el centro de rehabilitación que el CICR tiene en Mazar-e-Sharif cuando un paciente, aparentemente, disparó contra ella. El trabajo de Lorena consistía en ayudar a niños, mujeres y hombres que han sufrido una amputación o que padecen alguna otra forma de discapacidad a aprender a caminar nuevamente o a alimentarse por sí solos.
Los colegas recuerdan a Lorena por su gran sonrisa y su actitud radiante, y como una profesional dedicada a su trabajo y a sus pacientes. Las autoridades afganas han notificado al CICR que el hombre armado ha sido arrestado.
La labor de rehabilitación física del CICR en Afganistán ayuda a las personas que han sufrido una amputación o que padecen alguna otra forma de discapacidad a llevar una vida activa mediante rehabilitación física, educación, empleo y deporte. Sus siete centros de rehabilitación fabrican más de 19.000 miembros artificiales, brazos y otros dispositivos ortopédicos por año y atienden a cientos de miles de pacientes.
El ataque de muerte contra Lorena se produce luego del que dejó sin vida, en febrero, a seis empleados del CICR en el norte de Afganistán. Otros dos colegas fueron secuestrados en ese ataque. La muerte de Lorena tiene lugar seis días después de la liberación de estos dos colegas, que pasaron casi siete meses en cautiverio, y tres días después de que el conductor de un camión del CICR fuera atacado de muerte en Sudán del Sur. Esta serie de ataques no solo causa indignación y tristeza, sino que también deja en evidencia los peligros reales a los que está expuesto el personal humanitario en todo el mundo.