PALABRAS DE VIDA: Reaccionar para que nuestra vida no sea estéril, sino fructífera.

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20/03/2022: Tercer Domingo de Cuaresma.
Reaccionar para que nuestra vida no sea estéril, sino fructífera.
Citas:
1ª lectura: Éxodo 3,1-8a.13-15.
Salmo: 102 El Señor es compasivo y misericordioso.
2ª lectura: 1ª Corintios 10, 1-6.10-12.
Evangelio: Lucas 13,1-9.
Comentario: Instalados en la cultura de lo intrascendente, hemos interiorizado actitudes burguesas desde la seguridad, el bienestar, el individualismo; reduciéndolo todo a enriquecernos fácilmente para: no tener problemas, poder consumir, divertirnos… y corremos el riesgo de vivir una vida estéril, sin más proyecto que la satisfacción de nuestros egoísmos, sin creatividad, ni compromiso alguno; incapaces de llevar una vida responsable y solidaria construyendo una verdadera familia, criando y educando a los hijos, cuidando a los padres ancianos, cultivando la verdadera amistad, denunciando las mentiras, solidarizándonos con el sufrimiento de los demás…
Es importante reconocer nuestra propia responsabilidad ante las injusticias y los conflictos que afectan a la sociedad, implicándonos de forma activa en la construcción de un mundo más humano desde los valores del Evangelio. No se trata de ir culpando a otros, porque esa crítica se puede convertir en verdadero engaño si termina por ser un tranquilizante que nos impide descubrir nuestra propia implicación en los problemas e injusticias. Tenemos que aprender a vivir no según las reglas impuestas por la sociedad sino de acuerdo con los nuevos valores del Cristianismo.
Nos salvaremos no por ser más poderosos, sino más solidarios. Creceremos no por ser más grandes, sino por estar más cerca de los pequeños. Seremos más felices no por tener más, sino por compartir mejor… Dios se nos revela como quien escucha el clamor de los que viven bajo cualquier dominio u opresión. No es egoísta, sino que se da; es el que hace existir, el que crea, el que desvela su misterio sin ser manipulado por el ser humano porque está por encima del mal y de la muerte. Nos libera de las esclavitudes comprometido con la historia y con los pueblos que sufren a los que salva de sus enemigos opresores para ayudarnos en los anhelos de la vida de: pan, libertad, verdad, justicia, paz…
Como estamos comprobando, el mal se produce o por la naturaleza a la que no podemos dominar o por la maldad humana, pero no es Dios el responsable de ello. Lo que sí debe quedarnos claro es que hemos de estar siempre preparados para resistir y vencer ese mal; viviendo con dignidad y entregando nuestra propia vida para el bien de los demás, con sabiduría, fe y esperanza, de forma que no sea una vida estéril, vacía, al llegarnos la muerte.
Nuestra vocación, como la de Moisés, ha de ser colaborar con Dios en la liberación del pueblo de cualquier esclavitud. Nuestra tarea, como la de Jesucristo, es mostrar a la humanidad el rostro de un Dios que ama al ser humano y desea su liberación y salvación que hemos de llevar a cabo nosotros, con fe, longanimidad, esperanza, amor… no como privilegios nuestros, sino como dones del Espíritu Santo que hemos de escuchar en nuestro interior para traducirse en coherencia de vida.
Es imprescindible en nosotros ese cambio personal para nuestra salvación de la que quedamos excluidos cuando tomamos decisiones al margen del proyecto que nos presenta Jesucristo; de persona nueva y libre que cumple su misión en la casa del Padre en beneficio de la vida de los demás, mediante la entrega libre de sus buenos frutos.
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