PALABRAS DE VIDA: Bienaventurados los que crean sin haber visto

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07/04/2024: II Domingo de Pascua.
“Bienaventurados los que crean sin haber visto”
Citas:
1ª lectura: Hechos de los Apóstoles 4,32-35.
Salmo: 117 Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
2ª lectura: 1ª carta de San Juan 5,1-6.
Evangelio: Juan 20,19-31.
Comentario: Compartir la vida y los bienes para que no haya pobres ni desamparados en las comunidades es, sin duda, el reto de toda sociedad que se precie como tal; y sobre todo de la Iglesia de Jesucristo. No puede haber Iglesia sin comunión, pero eso también requiere tener un mismo espíritu de ayuda y de entrega a los demás; según los carismas y dones con los que Dios nos ha dotado y enriquecido a cada persona y actuar según las necesidades que veamos en los demás. En estos tiempos constatamos que se están perdiendo los valores para una mejor convivencia y que todavía no somos capaces de alcanzar los derechos fundamentales de las personas que tanto se reivindican porque no caemos en la cuenta de que; para que estos derechos sean realidad, es necesario cumplir todos también con unos deberes fundamentales, desde la libertad y el respeto a todas las personas. Nos cuesta mucho cumplir con esos mandatos que, desde nuestro origen Dios nos reveló, entre los que podríamos destacar; el honrar a los padres, no matar, no robar, no codiciar los bienes de otros, no mentir, no abusar ni cometer actos contra la dignidad de los demás…etc.
Únicamente desde la fe en Dios y por el sacrificio de su Hijo Jesucristo, podemos alcanzar la fuerza suficiente para no caer en la tentación de incumplir los mandamientos de Dios y denunciar también la ignominia de un mundo egoísta, desalmado y cruel; dejándonos llevar por el Espíritu de Jesucristo Resucitado que se ha quedado presente en medio de nosotros, para que con él, podamos llevar una nueva vida diferente a la que, desde los poderes mundanos, se nos ofrece; basada en la entrega, desde el amor fraterno, de los dones y bienes personales, y dejando a un lado la competencia, la confrontación, la imposición de ideas desde la mentira, la violencia, las guerras… Un amor fraterno, mandamiento principal del cristiano, motivado y movido por las relaciones entre Dios y los seres humanos y entre las personas unas con otras. No pueden darse el amor, las buenas relaciones, ni la sociabilidad, desde el egoísmo, la competencia y el odio.
Jesús Nazareno se sacrificó y entregó su vida por darnos a conocer ese proyecto de Dios Padre. Únicamente desde la fe en Jesucristo Resucitado, a pesar de nuestros miedos al mal, a los malvados y a la perdida de nuestro bienestar y de nuestra vida terrena; podemos entender que hay que morir al egoísmo y al odio para vivir desde el amor del Dios de la vida, formando un solo cuerpo y un sólo espíritu con Él para el bien de todos.
Es el Espíritu del Resucitado quien, desde nuestra unidad y compromiso, inicia una nueva misión humana en las personas, desde la fe, como discípulos suyos, para que abriendo puertas y rompiendo barreras y muros experimentemos, ya aquí, la vida verdadera, desde el proyecto del Reino de Dios que trae Jesucristo a nuestra existencia, teniendo un encuentro personal con él desde la comunidad para vivir desde la paz, la alegría y el amor verdaderos.
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