PALABRAS DE VIDA: Atraídos por Jesucristo; el amor de Dios a las personas.

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17/03/2024: V Domingo de Cuaresma.
Atraídos por Jesucristo; el amor de Dios a las personas.
Citas:
1ª lectura: Jeremías 31,31-34.
Salmo: 50 Oh, Dios, crea en mí un corazón puro.
2ª lectura: Hebreos 5,7-9.
Evangelio: Juan 12,20-33.
Comentario: Es lógico que los seres humanos tratemos de evitar los sufrimientos y problemas. La cultura del bienestar nos anima a organizarnos para la mayor comodidad y la vida más placentera posible. Sin embargo vemos que a lo largo de nuestra vida hay sufrimientos, sacrificios y renuncias ineludibles que es necesario asumir, no sólo de cara a nosotros sino de cara a los demás, si queremos que esa vida sea mejor, más fecunda, más creativa. La obsesión egoísta por el propio bienestar exclusivamente empequeñece a las personas. Quien vive únicamente para su bienestar, su riqueza, su éxito, su seguridad… acaba viviendo una vida estéril, su existencia no ayuda a una vida más humana y feliz para sí y para los demás. Por naturaleza todos nos necesitamos, en algún momento, unos a los otros. No es posible que nos ayuden a vivir si cada uno no está dispuesto a desvivirse por los demás. Nadie contribuye a un mundo más justo, pacífico y humano, apegado egoístamente a su bienestar solamente. Nadie trabaja por el Reino de Dios y su justicia si no está dispuesto a asumir nuestra fragilidad, la conflictividad entre nosotros, los riesgos, los rechazos y la persecución que por querer ayudar a los demás sufrió Jesús Nazareno.
Dios, a pesar de todo, siempre está dispuesto a poner en el corazón de cada uno de nosotros su proyecto de felicidad y de salvación. La disponibilidad para los demás es una llamada a nuestra responsabilidad más personal sin descartar el sentido comunitario de todo ello. El amor es ese algo invisible que solo podemos captar por los gestos y los signos de entrega de quienes nos quieren bien y nos ayudan a vivir. Una experiencia nueva del Dios dador de vida, más humana, entrañable, pacifica, misericordiosa… que experimentamos en nuestro corazón y que se expresa en la praxis de la justicia, la paz, la entrega, la fraternidad… con todos los que son ignorados por los poderes terrenales; los que sufren, los hambrientos, los desamparados. Todos sabemos lo qué significa a nivel popular tener buen corazón, buen espíritu. Las leyes sin ese espíritu esclavizan con él liberan.
Lo más humano de todo es aprender también a sufrir como sufren las personas. Eso es lo que hace digna de fe la Pasión de Jesucristo como prueba de solidaridad de Dios con la humanidad.
La victoria de Jesucristo es como la del grano de trigo que cae en tierra fecunda y necesita morir para resucitar, para dar más vida, porque provoca el juicio sobre la falsedad del poder y las mentiras de este mundo y de los que pretenden ser eternos, los mejores, los más ricos, los más felices; totalmente despreocupados de todos los demás.
Desde la fe hemos de sentirnos atraídos todos hacia ese Dios Amor; hemos de centrar nuestra mirada interior en Jesucristo, dejándonos conmover al descubrir en su pasión y crucifixión el gesto de una vida entregada, y en nuestra existencia el deber de esa entrega de cada día para un mundo más humano para todos, capaz de encontrar en Dios la salvación. Nuestro único objetivo debe de ser dar buenos frutos.
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