PALABRAS DE VIDA: Jesucristo es la luz de la verdad, del bien y de la coherencia.

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10/03/2024: IV Domingo de Cuaresma.
Jesucristo es la luz de la verdad, del bien y de la coherencia.
Citas:
1ª lectura: 2º libro de las crónicas 36,14-16.19-33.
Salmo: 136 Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.
2ª lectura: Efesios 2, 4-10.
Evangelio: Juan 3,14-21.
Comentario: Desde siempre hemos visto que han sido los poderosos mandatarios de los pueblos los responsables históricos de las situaciones que sus gentes han atravesado a pesar de que por encima de todo lo creado está Dios. Probablemente muchas cosas hubieran cambiado si en lugar de seguir las exigencias y los intereses políticos y económicos de esos dirigentes de pueblos y naciones; autoritarios, mentirosos y egoístas; hubiéramos actuado siendo coherentes con los caminos abiertos por el Dios que mantiene la vida; desde la misericordia, el perdón, el respeto, la libertad y la entrega amorosa con la que nos ha creado; seguramente habríamos evitado muchos conflictos, guerras, miserias, dolor, muerte… Quienes por el contrario se dedican a ayudar a los demás, practicar la justicia, a ver con misericordia a los más necesitados y a evitar las confrontaciones y conflictos con los otros; siempre encuentran caminos de justicia, de paz y de armonía para liberarnos del mal y así alcanzar una existencia más digna y feliz en esta vida.
No es Dios quien destruye el bienestar de los pueblos ni de las personas; lo que sí debe de quedar bien claro es que sin Dios y sin los anhelos de bondad que emanan de su soplo de vida; de esa misericordia, entrega y amor con la que nos ha creado y que debemos percibir y escuchar en nuestra conciencia; la humanidad se pierde en su caminar histórico sin saber encontrar ese bien anhelado para todos, los fundamentos transcendentes de su existencia y la verdadera felicidad.
Desde la fe en Dios, en su espíritu del bien y en el misterio pascual de Jesucristo, es desde donde hemos de aprender a pasar de una existencia frágil, miserable, ciega y egoísta; que termina en sufrimiento, dolor y muerte, a otra existencia luminosa que termina en la esperanza de una nueva vida, mejor para todos, desde la gratuidad, la misericordia, el perdón, la ayuda mutua y la entrega amorosa.
Los cristianos no debemos, desde la pasividad, dejar el juicio de Dios para el final, pues hemos de experimentar, desde nuestra libertad, esa coherencia con los planes de Dios en la medida en que vamos aprendiendo a modificar nuestra forma de relacionarnos con los demás, encontrando una manera más humana y positiva de vivir, con la seguridad de que el Dios; camino, verdad y vida, está por encima de todo. Un Dios que no pretende condenarnos, castigarnos ni aniquilarnos, sino salvarnos; esa es la razón misteriosa y profunda de su encarnación por medio de Jesucristo y de su entrega y sacrificio en la cruz.
Nuestra misión es acatar ese mensaje de gracia, de misericordia, de perdón y de entrega amorosa, aceptando la sabiduría, la luz y la vida que nos da Jesús Nazareno. Nadie, desde sus cegueras, puede existir presumiendo de sí mismo despreciando a Dios ni a sus semejantes, pues todos hemos sido creados misteriosamente por él y vivimos por su gracia, por la acción benefactora de los demás y por los medios que ha puesto a nuestra disposición para el mayor bien posible de todos.
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