El martes 11 de septiembre de 2001, hace 22 años, el mundo era testigo directo de un atentado terrorista contra el Pentágono y las Torres Gemelas, y veía en directo cómo tres aviones impactaron deliberadamente contra dos de los edificios más representativos del poder de los Estados Unidos.
Tras estos ataques, Estados Unidos se sumía en la llamada ‘guerra contra el terror’, una de las más largas y costosas de su historia, donde se desplegaron numerosas operaciones internacionales apoyadas por países aliados y la OTAN.
Esos enfrentamientos que se desencadenaron en diversas naciones del Medio Oriente derivaron también en atentados atribuidos al terrorismo islámico, en países como España, Francia, Bélgica y Reino Unido, quienes participaron junto a los Estados Unidos en diversas misiones militares.
Los ataques del 11-S también introdujeron consecuencias directas a nivel mundial, como las estrictas medidas de seguridad impuestas en los aeropuertos de todo el mundo, complementadas con la limitación de llevar ciertos elementos dentro del equipaje de mano.
El choque de los aviones comerciales supuso un impacto para todos los que presenciaban en vivo las noticias, en las que en un principio se apuntaba a un accidente y luego se fue descubriendo, con nuevas imágenes y mensajes de los pasajeros, que se trataba de un ataque terrorista: el primero a suelo estadounidense desde Pearl Harbor.
Tras el ataque del 11-S, en el que casi 3.000 personas murieron, el objetivo principal se centró en capturar al líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, y destruir las redes de la organización.
Para esto primero se realizó una acción militar en contra del régimen talibán en Afganistán y luego se produjo la guerra de Irak. Pero, no fue hasta el 2 de mayo de 2011, cuando fuerzas especiales estadounidenses dieron muerte a Bin Laden, en una controvertida operación en Pakistán.
Si el 11 de septiembre de 2011 el mundo se estremecía con las miles de historias que se podían ver y oír en directo, a través de las sobrecogedoras imágenes de los choques, de las labores de búsqueda y de los diversos testimonios de los protagonistas directos o indirectos del 11-S, casi dos décadas después, no existe ningún condenado por aquellas acciones.
Desde inicios de la década del 2000, los principales miembros de grupos extremistas como Al Qaeda y los talibanes pasaron a encabezar las listas de los más buscados, llegándose a apresar a más de 600 sospechosos en la base naval de Guantánamo, en la isla de Cuba.
En la actualidad solo quedan allí unos 40 presos, entre los que se encuentran cinco de los prisioneros clave de la guerra contra el terrorismo; de entre estos destaca, Jalid Sheij Mohammed, considerado como el autor intelectual de los ataques.
También, aunque se trabaja en un laboratorio de Manhattan con la ayuda de los últimos avances tecnológicos, se sigue sin conocer la identidad de los restos humanos de más de 1000 víctimas.
Aunque hoy se cumplen 22 años del 11-S, toca seguir esperando para poder entender un sinfín de detalles relacionados con el por qué del ataque y las miles de historias que se esfumaron con la caída de las torres, mientras tanto toca seguir rindiendo homenaje a todos los que fallecieron.
