PALABRAS DE VIDA: Vivir sin miedos.

25/06/2023: XII Domingo del tiempo ordinario.

Vivir sin miedos.

Citas:

1ª lectura: Jeremías 20,10-13.

Salmo: 68 Señor, que me escuche tu gran bondad.

2ª lectura: Romanos 5,12-15.

Evangelio: Mateo 10,26-33.

Comentario: La vida está llena de experiencias, muchas son positivas pero también hay muchas negativas, por eso, aunque seamos creyentes, no podemos hacernos falsas ilusiones y dejarlo todo en las manos de Dios sin nosotros hacer nada, pues somos conocedores de la fuerza del mal y también de que la fe sin obras es una fe muerta y por sí sola no nos ofrece recetas mágicas para resolver los problemas. Hemos de entregarnos con perseverancia al proyecto de Dios, tal y como hizo Jesucristo, desde el amor y el perdón pero también desde la denuncia del mal; ya que tampoco las obras son válidas si no se sustentan en la bondad y el amor de Dios.

Ciertamente la existencia humana está siempre en manos del Dios de la vida, pero hemos de aprender a tomar decisiones y asumir responsabilidades libremente, desde nuestra fe en Él, desde la esperanza en su proyecto, según sus palabras y su mensaje evangélico y desde el amor, la entrega y la vida en comunión. No estamos exentos de caer en las mentiras y críticas de los poderes que nos manipulan y oprimen y de sentir miedo y cobardía. Al igual que el profeta Jeremías, vivimos en tiempos de crisis, incertidumbres, desorientación.

Desde nuestra vivencia de Dios; desde la llamada que cada cual sienta en su interior, tenemos que denunciar todo tipo de mal; las injusticias, las causas que nos llevan: a las guerras, la miseria, la pobreza, la opresión y la muerte violenta. Es evidente que todo ello implica afrontar riesgos y asumir sacrificios, pero la salvación que Dios realiza no se hace de espaldas a nuestra historia humana sino desde el sacrificio y el esfuerzo de un Dios hecho hombre y encarnado en Jesucristo y de todas aquellas personas que lo seguimos desde la fe, la esperanza y la caridad que él mismo nos infunde.

Para nosotros, el pecado y la muerte no tienen ya la última palabra, sino la vida manifestada en Jesucristo; sacrificado, muerto y resucitado. Compartir su voluntad, su palabra, y el evangelio, conlleva dificultades y riesgos pero es la confianza en él y en su Espíritu, nuestra esperanza y lo que nos da fuerza ante los desafíos de la vida.

Nuestra misión es hacer todo el bien posible a los demás denunciando además todo el mal que veamos, venga de donde venga.

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