PALABRAS DE VIDA: “Yo soy la Resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá”

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26/03/2023: V Domingo de Cuaresma.
“Yo soy la Resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá”
Citas:
1ª lectura: 1ª Ezequiel 37,12-14.
Salmo: 129 Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
2ª lectura: Romanos 8, 8-11.
Evangelio: Juan 11,3-7.17.20-27.33-45.
Comentario: Cualquiera que sea nuestra ideología, nuestra religión o nuestra situación en esta vida, todos hemos de enfrentarnos al tema de la muerte siempre presente en todas las situaciones humanas y, aunque hay en nosotros un deseo insaciable de vida y nos pasamos todo el tiempo luchando por vivir mejor que los demás, de pronto, por el fallecimiento de alguien querido, descubrimos nuestra fragilidad humana y esa realidad. Únicamente podemos vislumbrar la solución para este funesto acontecimiento, desde un punto de vista positivo, desde el misterio de la fe en la Resurrección de Jesucristo que él mismo nos ha revelado; desde la experiencia de una nueva vida por el espíritu que Dios transmite a los que viven y mueren sintiéndose llamados a ser sus hijos; desde el Espíritu Santo que Jesucristo nos ha dado a los que nos sentimos discípulos suyos; un don del Padre y del Hijo que desde su amor infinito vence y anula nuestros egoísmos, el mal, el pecado y a la muerte, para comenzar a resucitar ya, aquí en esta misma vida,  emprendiendo el camino hacia otra más feliz, nueva y eterna. Por eso frente a la ley, el Espíritu de Dios, frente a nuestros egoísmos y opresiones, la libertad en el Espíritu de Dios Padre y de Jesucristo su Hijo, y frente a la muerte, la vida en el Espíritu Santo.
El misterio de la vida después de la muerte tiene su fuente en la misma persona de Jesucristo; se trata de ver lo que buscamos los seres humanos y lo que Dios nos ofrece. Y es que Jesús Nazareno debe de ser para el cristiano no sólo una figura histórica que existió sino que sigue viviendo y está presente en nuestra existencia desde lo que significa su persona para nuestra fe. Para Jesucristo la muerte es el encuentro profundo con el Dios de la vida que nos libera de todo mal.
El mal y la muerte no pueden tener para nosotros la última palabra por eso hay que entender que la vida continúa después de esa muerte, desde la esperanza, la fe y, sobre todo, el amor. Sólo en Dios es posible encontrar toda la fuerza para el bien supremo y la vida eterna, es lo que vino a revelarnos Jesús. Y una vida como la suya, entregada para el bien de toda la humanidad y para nuestra liberación ante el egoísmo, el mal, el dolor, y la muerte que todo ese egoísmo y el odio provocan, no puede terminar con la muerte física, no se puede destruir por el sacrificio de la cruz como intentan los hombres, sino que ha de culminar en esa acción verdaderamente redentora y resucitadora de Dios sobre nosotros por el amor que nos tiene.
Quien se dedica a hacer el bien nunca debe morir, pero tiene que morir para valorar lo bueno de su vida; por eso nuestros seres queridos, difuntos, no viven separados de nosotros sino más adentro que nunca de nuestro ser y podemos caminar en su presencia acompañados siempre por su amor.
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