PALABRAS DE VIDA: Aprender a ser hijos de Dios; Padre Misericordioso, y hermanos entre nosotros.

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27/03/2022: Cuarto Domingo de Cuaresma.
Aprender a ser hijos de Dios; Padre Misericordioso, y hermanos entre nosotros.
Citas:
1ª lectura: Josué 5,9a. 10-12.
Salmo: 33 Gustad y ved qué bueno es el Señor.
2ª lectura: 2ª Corintios 5,17-21.
Evangelio: Lucas 15,1-3.11-32.
Comentario: Políticas de confrontación e insolidarias, terrorismo, guerras, religiones que matan en nombre de Dios, injusticias, hambre… Nunca viviremos en esta tierra pacíficamente de forma digna y dichosa si no somos capaces de mirarnos con el amor compasivo que nos tiene ese Dios, Padre de todos, que nos reveló Jesucristo.
En todos los actos que realizamos en nuestra vida hemos de saber elegir entre; hacerlos desde nuestros intereses, apetencias, egoísmos… o desde la perspectiva del Dios de la vida que nos quiere y nos llama a hacerlo según su proyecto, para nuestro bien y el bien de los demás.
En los acontecimientos y experiencias diarias hemos de saber descubrir la mano tendida de su misericordia de Padre, viviendo nuestra fe, no desde lo extraordinario, sino desde lo cotidiano; experimentando, cómo, en muchas ocasiones, nos libera de lo malo y de nuestras esclavitudes y opresiones.
Hemos de comenzar por saber ver y agradecerle todo lo que diariamente nos da y sobre todo, no podemos condenar ni hacer esclavos a los demás oprimiéndoles y privándoles de sus libertades y derechos, pues el mismo Dios a través de Josué nos recuerda su promesa de liberarnos y nos dice que somos libres en una tierra de libertad de la que hemos de tomar posesión, con responsabilidad, llegado el momento, nunca mediante el poder y la fuerza sino mediante el amor fraterno.
Para San Pablo se centra todo en la reconciliación de los hombres con Dios a través de la Pascua de Jesucristo, su muerte y su resurrección redentoras, un don, el de la reconciliación, que también hemos de aprender a realizar cada cual continuamente; en primer lugar con el Padre Dios Misericordioso, y en segundo lugar con los hermanos que cometen errores como nosotros.
Una reconciliación que se expresa perfectamente en esa historia de amor y de perdón de un padre frente a los egoísmos y rencores de sus hijos. Aunque en la parábola el arrepentimiento del hijo pródigo es muy importante, lo fundamental es el amor del padre que no olvida ni abandona a sus hijos.
El principal problema radica en el hijo mayor quien, con su legalidad, que nadie le niega, no se alegra de la vuelta de su hermano arrepentido, centrado en sí mismo, en sus convencimientos; pero inmisericorde; reprochando el mal al otro, impidiendo que el padre ejerza su misericordia y amor con el hermano, exigiéndole que se erija en juez acusador y castigador.
Una vez más se pone de manifiesto nuestro error cuando culpabilizamos y condenamos: “Ese acoge a los pecadores y come con ellos” y es que Jesucristo, como Dios, nos trata desde el respeto a nuestra libertad, a toda clase de marginados y perdidos por razones morales, económicas, sociales… lo contrario a como lo hacen los que se creen puros, intachables, en posesión de la verdad. Jesucristo ofrece una reconciliación universal a todo el mundo por encima de cualquier raza, cultura, condición…
La Eucaristía es para nosotros el banquete que, como hermanos, celebramos con Jesucristo, donde se manifiesta la misericordia de Dios, que debe de servirnos para buscar esa reconciliación entre todos y con Dios Padre.
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